sábado, 18 de diciembre de 2010

Energias naturales

INTERMITENCIA

Una característica de la mayor parte de los fenómenos naturales es la intermitencia. Así el día y la noche se presentan sistemáticamente, como también la pleamar y la bajamar de las mareas, el invierno y el verano, etc. El viento, las erupciones volcánicas, la sequía, las inundaciones, también son intermitentes aunque circunstanciales.

¿Que es lo que caracteriza a unos y otros?

La periodicidad: es decir el lapso de repetición del fenómeno. En los sistemáticos el lapso de repetición es constante, absolutamente previsible. Cada 24 horas tendremos un día y una noche y cada 24 horas también dos pleamares y dos bajamares. En los circunstanciales, en cambio, la repetición no opera de la misma forma; los días de viento calmo que preceden a los muy ventosos no guardan relación a lo largo del año. Tampoco las precipitaciones pluviales ni las crecidas de los ríos motivadas por ellas mismas o por los deshielos. La repetición en estos casos se rige por leyes estadísticas que pronostican la reiteración del fenómeno. El lapso de repetición es sumamente importante en el cálculo de la acumulación necesaria para  garantizar la continuidad de una prestación. 


No es lo mismo acumular energía intermitente con una periodicidad de 6 o 24 horas que pretender acumular del invierno para el verano. Pensar en la intermitencia como inconveniente implica acudir a la acumulación como solución.
La naturaleza misma ha contribuido con sistemas naturales de acumulación. El mas notable de todos ha sido la transformación de vida vegetal y animal en combustibles  fósiles a lo largo de cientos de millones de años. Ochenta por ciento de la energía utilizada por la humanidad proviene de ese sistema natural de acumulación. Con menor plazo de transformación pero capaz de absorber intermitencias  estacionales, por medio de la bioconversión, también la naturaleza nos brinda una excelente ayuda para convertir, por ejemplo, vegetales en combustibles vehiculares. Remolacha azucarera, o caña de azúcar para fabricar alcohol ya no son promesas. Bajo el punto de vista técnico tampoco lo es biodiesel. El problema es económico. Los fósiles son muy baratos. “Natura” pierde plata. No puede recuperar los costos de producción que tuvo durante decenas y centenas de millones de años. Está en quiebra. Solo falta esperar tres o cuatro generaciones y los fósiles ya no existirán, por mas guerras inducidas que el imperialismo pretenda gestar, después que el abuso y la desigualdad permitió que solo el 6 % de la población mundial  consumiera el 35 % 

durante apenas un siglo, solo una millonésima parte del tiempo que le costo procesar, por medio de la conversión natural, la energía solar acumulada durante ese lapso. Parecen predicciones pero no son tales. Es la mas absoluta de las realidades y así es fácil ser profeta. La bioconversión es mediata: entre el desarrollo de una araucaria angustifolia misionera y una cosecha de caña de azúcar Tucumana hay 40 años de diferencia pero eso es despreciable. Es mediato, frente a lo remotísimo de los fósiles. ¿Qué otra solución se presenta mas promisoria para los combustibles vehiculares? El hidrógeno, que está mucho mas lejano, a pesar de que ecológicamente resulte el combustible mas limpio. La energía estacionaria tiene otras alternativas sin duda alguna: sol, océanos y montaña se conjugan para hacer mucho mas sencilla e inmediata la conversión. El rendimiento es malo (ver* el océano como colector), tan malo como lo es la transformación clorofílica que tanto preocupa a los investigadores en agronomía, pero comparada con la de los combustibles fósiles es excelente. 99 % de la energía eléctrica generada en Noruega es hidroeléctrica. Se diferencia con la solar solo en  que no es inconmensurable. Pero si es inextinguible. La combinación del océano con la montaña le brinda esas características. Con solo mirar los  mapas de Noruega y Suecia no necesitamos mas explicaciones. La hidroelectricidad y la nuclear son las alternativas mas factibles de reemplazo de los fósiles, en cuanto se refiere a la electricidad estacionaria. Sin embargo la ultima todavía tiene algunas preguntas sin contestar como lo son la seguridad y el destino de los residuos radioactivos. Los combustibles vehiculares tienen solución a través de los vegetales pero los fertilizantes necesarios requieren importantes cantidades de energía  que deberían ser aportadas por la electricidad estacionaria. Para aplicar abonos nitrogenados hoy se necesita el doble de peso en fósiles.
Como broche final queda la alternativa de aprovechar los vientos, con el mismo destino que las dos anteriores. No obstante todavía la inversión necesaria no es competitiva con la hidroeléctrica debido a la intermitencia del viento, por un lado, que le resta efectividad por falta de continuidad de servicio y por la necesidad de sobredimensionamiento mecánico para soportar la inusitada diferencia de energía durante los vientos huracanados. Bajo el punto de vista de la inversión necesaria, asume valores del mismo orden que la nuclear, entre 4 a 29 veces mayor que la correspondiente a la generación con turbogas, en tanto que la hidroeléctrica es mayor entre un 2,5 a 17 veces frente a la misma referencia. ( Ver * Sistemas de generación de energía – Inversión neta)


Ing. Enrique O.Nielsen 






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